domingo, 25 de noviembre de 2012


            Historia del Teatro en Chile

Una de las características fundamentales del teatro chileno de este siglo es la inestabilidad, ya que sufrió un revés durante el régimen de gobierno totalitario. Muchos de los teatros se cerraron y la vida artística fue sofocada. El retorno del gobierno democrático introdujo una nueva era y la industria teatral experimentó un auge. Nueva teatros y grupos entraron en el escenario y comenzó a nuevos trabajos experimentales. Para los amantes del teatro, el verano es la mejor época para visitar Chile debido a que durante esta temporada algunos de los excelentes resultados podría ser testigo en los festivales de teatro.
El teatro en chile se jacta de su tradición y la historia de actuaciones encomiables que se adapte al gusto de todos los géneros de espectadores. La vida artística de la ciudad es vibrante y colorido. Muchos teatros de Chile remonta sus raíces se remontan al siglo 19 y es considerada la más antigua en América del Sur. Hay varios teatros de calidad en Chile, que son las pruebas de vida de los antecedentes gloriosos de teatro del país. Teatro Nacional, Teatro Municipal, la Universidad Católica, Matucana 100 Fábrica de la Cultura, San Ginés y el Galpón 7 son algunos de los famosos teatros en Chile.

 También se creo un libro sobre la Historia del Teatro Chileno, escrito por Juan Andrés Peña(Destacado critico teatral y autor de libros como: Antalogia del teatro chileno contemporanio), 
titulado:-. Historia del teatro en Chile. 1890-1940 Un texto fundamental para las artes escénicas


Finalidades y objetivos del Teatro Chileno

Una de las características fundamentales del teatro chileno de este siglo es la inestabilidad, la incertidumbre acerca del origen y del futuro. Desde la mirada hacia nuestros antepasados siempre ha estado presente la idea del mundo cíclico que nos remite hacia el origen, al principio de todas las cosas. Hoy, esta idea permanece en diversas manifestaciones artísticas y sociales, tales como el teatro. ¿Por qué?
Allí es donde está la magia de la re-creación de la tragedia humana que era al comienzo sólo obra de los dioses. Esta concepción de vida cíclica: creación, desarrollo y destrucción, avanza hacia nuevos procesos históricos, pero siempre remitiéndonos al instante primordial donde se arraiga la historia de todos aquellos que dieron vida en sus mentes a los personajes y sus acciones en un tiempo y espacio determinados. Ellos deben cumplir la misión de buscar las soluciones a los grandes conflictos que tienen que ver con el hombre: la vida y la muerte, el amor y el odio, el principio y el fin de la existencia.
La manera como el teatro permanece vigente se debe a que ha resuelto uno de sus principales conflictos: su relación con el texto. A través de la historia se reconocen dos culturas teatrales paralelas: la
Del texto y la de la escena. Ambas han logrado la supremacía sobre la otra durante siglos; sin Embargo, es ahora cuando este equilibrio se ha logrado, al comprender que el texto es quien tiene la idea y que la escena permite, por su versatilidad, representarlo, acrecentarlo, modificarlo, pero siempre con mucho respeto.
La fusión entre el texto y la representación se da en el momento en que alguien debe enfrentarse a una situación en la que inexorablemente debe tomar una decisión y resolver ese conflicto.
La primera dificultad en este proceso cíclico para mantener el equilibrio entre el texto y la puesta en escena, es la superioridad del director, entendiendo que él es quien da vida al espectáculo que divierte al pueblo, a través de la organización del elenco y que plasma en el escenario las ideas extraídas de algún texto dramático. Sin embargo, la superioridad de este director en el teatro chileno, acontece porque el texto dramático es reemplazado por otro texto que responde a códigos distintos a los teatrales. Es la música, el cine, la pintura, la documentación histórica, y otros quienes se encargan de abrir nuevas formas de expresión distantes de las teatrales.
En la década del 60 encontramos en el teatro universitario directores que reflejan una verdad. Su montaje y su gran despliegue
Escénico provocan un perfil de director "autoritario" que elige una obra determinada sin otorgar participación al elenco. Prefiere, en la representación, un trabajo psicológico, un vestuario cuidadoso, preciso, y una escenografía muy limpia y cuidada.
La fuente de inspiración de muchos de estos directores fue la documentación histórica, poemarios u otros lenguajes que superan lo propiamente lingüístico: iluminación, musicalidad, diferentes estilos de actuación, etc. No se reconoce en ellos un trabajo que perfile ideologías políticas claramente diferenciables; más bien, en ellos prima lo misterioso, lo no dicho, lo insinuado.
Un segundo obstáculo se produce entre los años 60 y los años 70, cuando el teatro chileno se enfrenta a la crisis de autores, porque fueron siendo desplazados al no responder a las necesidades sociales de ese momento. Muchos dramaturgos comienzan a asumir nuevos roles; se transforman en directores, actores, e inician un trabajo más comunitario, de intercambio de experiencias.
Era necesario enfrentar esta crisis del mejor modo. Para ello la función del actor cobra importancia especialmente en la expresión corporal que se une a la puesta en escena para dar vida a los talleres de experimentación teatral que recibían la influencia de los grupos
radicales norteamericanos (década del 60) que cambiaron el modo tradicional de concebir el teatro .Se otorgó supremacía al actor en su voz y movimientos; también, se privilegió el actor de la puesta en escena y la representación misma por sobre el texto o las palabras escritas,lo que trajo como consecuencia la anulación del dramaturgo.
Este da paso al protagonismo de los actores y los directores, creando colectivamente obras más teatrales que literarias con un lenguaje coloquial, con referencias contingentes y una estética cercana al cine y a la T.V. que se revelan en escenas breves y de mucha imaginería visual. Así nace la "creación colectiva", reconociéndose un trabajo valiosísimo en el grupo ICTUS junto a otras agrupaciones más convencionales o aficionadas. También, producto de esta inestabilidad del dramaturgo, el texto propiamente dramático se fue marginando y abriendo la posibilidad de otros textos literarios como novelas, cuentos, cartas, testimonios, documentos históricos, poemas, que permitían organizar un hecho teatral. Un gran aporte en este aspecto lo refleja "La Negra Ester", 1988, basada en el poemario de Roberto Parra, y que alcanza renombre más allá de nuestras fronteras.

Esta creación colectiva también enlaza el trabajo de autores,actores y directores, que han provocado esta mirada desde los 90 hacia el teatro en sus orígenes. Se trata de buscar en los sueños más profundos de un pueblo, en sus mitos, aquella verdad que los refleja como seres únicos que obedecen a ese instante primero y único donde se expresan los sentimientos y se vive el rito.
En esta misma época se perfila una línea teatral que permite la reflexión y el saber; son voz y expresión, protesta y discurso contestatario que logran de modo masivo asistir al espectador en la función primera del teatro: el rito, la participación, la ceremonia sagrada.
En la década de los 80, son testigos de la fiesta originaria mirada desde la marginalidad; es el anhelo del regreso a los orígenes en la búsqueda de respuestas a la situación en la que vive el hombre.
Una de las maneras de aproximarnos al origen, se reconoce en algunos dramaturgos que, como experiencia del trabajo colectivo en el pasado, asumen también la dirección de la puesta en escena y dan autoridad a ésta más que al texto dramático.
Desde los 80, reconocemos connotados directores que avalan esa superioridad de la puesta en escena. Ellos son:

-Andrés Pérez: "El desquite", "La pérgola de las flores", "La Negra Ester".

-Ramón Griffero: "Cinema Utoppía", "Extasis", "Río Abajo", "Almuerzo de mediodía".

-Alfredo Castro: "La manzana de Adán", "Historias de la sangre", "El rey Lear".

El grupo La Troppa y Juan Carlos Zagal: "Pinocchio", "Viaje al centro de la tierra", "Gemelos".

Nos aproximamos a los 90 y surgen figuras que como Marco Antonio de La Parra ("Lo crudo, lo cocido, lo podrido", "La pequeña historia de Chile") y otros , plantean nuevas propuestas perfiladas en un camino común, el regreso a los orígenes del teatro, pero desde nuevas perspectivas . En la mayoría de los casos existe la supremacía del espectáculo, de la puesta en escena, del espacio más que la valoración del texto escrito; pero también se inscribe aquí el rescate de esa palabra olvidada, fragmentada por esta década que privilegia la imagen visual.
La Negra Ester de Andres Perez:












Cinema Utoppia de Ramón Griffero:

http://www.youtube.com/watch?v=i3oJ9aJUHn4



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